La higiene y la limpieza son dos aspectos primordiales en el funcionamiento habitual de un hotel, un bar, un restaurante. La carga de trabajo que se da en estos establecimientos hace que no se le pueda prestar toda la atención que se desearía. A la eficiencia se le une la preocupación por el medio ambiente. Ahora, los fabricantes ofrecen productos interesantes para cubrir estas necesidades. Hablamos de ello.
Eva tiene un restaurante en Valencia. Tiene tres momentos álgidos a lo largo del día: el almuerzo, la comida y la cena. En el periodo en el que termina uno de estos servicios y antes de que se inicie el siguiente, uno de los camareros o un pinche de cocina se desplaza a limpiar los baños y dejarlos en perfecto estado. Tener los baños limpios y surtidos con todo lo necesario para el aseo de los clientes es importante por varias razones. Forma parte de la imagen del establecimiento, se conserva un espacio higiénico y hace más cómoda la estancia a los comensales. Probablemente, vendría bien darle un repaso a mitad de servicio, pero materialmente no es posible.
Cristina trabaja como camarera de habitaciones en un hotel de Mallorca. Según me contó en una ocasión, en poco más de tres horas se deben poner en orden todas las habitaciones de los huéspedes. Es un trabajo a contrarreloj. Todos los instrumentos y métodos que ayuden a que una habitación se pueda limpiar en pocos minutos son bien recibidos.
Los distribuidores de Chiwawap, una tienda online mayorista que surte de artículos de consumo a establecimientos de hostelería y restauración, con la vista puesta en la conservación del medioambiente, nos comentan que la industria ofrece artículos sostenibles muy interesantes como los que vamos a ver a continuación.
Los dosificadores.
Los dosificadores recientes, rellenables, donde se introduce el jabón líquido para lavarse las manos y en los hoteles colocan el champú y el gel de ducha.
Muchos de estos dosificadores los encontramos sujetos a la pared por medio de un soporte. Lo que permite que el contenido no se desperdicie por el resto del baño. Otras veces, estos dosificadores son portátiles y se colocan sobre el lavabo o sobre una repisa dentro de la ducha.
Digamos que esta es una solución bastante habitual, pero, que para nuestra sorpresa, se empezó comercializando para los hogares, antes de que dieran el salto a la hostelería.
En los años 80, las empresas de productos de limpieza, distribuían el limpiacristales en una botella de plástico con una pistola de espray incorporada. Terminado el producto, la familia podía comprar una botella de reposición sin pistola. Como es lógico, salía más económico. Ese carácter práctico y ahorrador de las amas de casa, hacía que muchas de ellas no compraran ni tan siquiera una botella de reposición. Habían comprado el primer limpiacristales solo por el difusor. Una vez acabado, lo rellenaban con agua y amoniaco, que le salía más barato que el limpiacristales industrial y dejaba mejor las ventanas.
Este, digamos que es el origen de los difusores que conocemos hoy en día. Lógicamente, la industria droguera se percató de la comodidad de vender jabón líquido dentro de botellas con difusor. Ensuciaban menos que las tradicionales pastillas de jabón y resultaba más económico de fabricar. Sin embargo, aumentaban los residuos plásticos.
La ventaja de los difusores que encontramos actualmente en hoteles y restaurantes es que no son de usar y tirar. Son reutilizables, como sucedía con los limpiacristales que compraban nuestras madres. Su vida útil es prolongada. Estos difusores pueden duran varios años con un mínimo mantenimiento.
Por otro lado, estimula a los establecimientos a comprar jabones a granel o en recipientes de grandes formatos. Esto, además de rebajar los costes en el establecimiento, reduce considerablemente la generación de residuos y, en especial, el uso de plásticos. Uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la humanidad con relación al medioambiente.
Con este planteamiento, los locales hoteleros y de restauración solo deben preocuparse de rellenar los dosificadores cada vez que se agoten. Y no de almacenar una cantidad ingente de pastillas de jabón y frascos de champú, que ocupan espacio en los almacenes.
Los amenities.
Los amenities son esos pequeños tubos plásticos que encontramos en los hoteles y que contienen champú, gel, jabón de manos, crema para afeitar, pasta de dientes, etc. Nos recuerdan a los tubos de crema solar o los de pasta dentífrica. Solo que en este caso son de tamaño reducido y dan para dos o tres usos.
Son fáciles de transportar y reponer. Nos pueden parecer contaminantes, porque están fabricados con plástico y son monodosis. Sin embargo, como veremos más adelante, es una solución sostenible.
La web de hostelería World Target Supplies señala que las primeras amenidades se utilizaron en la cadena de hoteles Four Seasons en 1970. Las amenidades son los productos de aseo personal de uso individual que encontramos en los baños de los hoteles. Ese surtido habitual en el que está el jabón, el gel y hasta un cepillo de dientes, una maquinilla de afeitar o un peine.
Four Seasons es una cadena canadiense de hoteles de lujo que se hizo famosa por albergar celebridades. Colocar en los baños de las habitaciones productos monodosis formaba parte de su atención exclusiva a los clientes. Fue tal el éxito que tuvo esta medida, que rápidamente fue admitida por todos los hoteles del mundo. Hoy, el surtido de amenidades nos parece algo corriente, pero siempre no fue así.
Ahora bien, el reponer a diario los productos de aseo para los huéspedes, implicaba un aumento considerable de los residuos. Los hoteles generan cada vez más basura y una buena parte de ella son envases.
La ventaja que tienen los amenities de los que hemos hablado antes, los tubos plásticos, es que son 100% reciclables. De hecho, muchos proveedores que surten de estos artículos a los hoteles, los hacen con tubos de plástico reciclado.
El reciclado se ha instalado en el funcionamiento habitual de los hoteles. Los establecimientos hoteleros separan los residuos según su naturaleza antes desprenderse de ellos. En el caso de estos tubos vacíos, se colocan en contenedores especiales para plástico. La empresa, que los recoge, los lleva a una planta de reciclado, donde se limpian, se desmenuzan y se calientan para formar perlas de plástico pez, con las que luego se fabrican nuevos amenities.
Como sucede con el cartón o el teta-brick, estos envases entran dentro de una economía circular que evita la fabricación de nuevos plásticos y reduce el uso de recursos del planeta.
El problema de las monodosis.
Como hemos visto, el envase de productos en raciones individuales no solo atañe al consumo doméstico, sino que se ha extendido al sector de la restauración y la hostelería. Una tendencia que ya existía, pero que se agudizó más aún a raíz de la pandemia de Covid 19. Es entonces cuando se demostró que estos formatos eran más higiénicos y reducían el riesgo a contagiarse con virus y bacterias. El problema, como ya hemos señalado, está en el aumento de residuos plásticos.
Dice la web Beauty Cluster que cada año en Europa se producen 3.000 toneladas de microplásticos. La mayor parte de ellos proceden de envases. A la evidente contaminación de mares y océanos, se ha demostrado que los microplásticos son cancerígenos para el hombre.
Esta misma web, sin embargo, resalta que la industria del packaging es una de las menos contaminantes. Es decir, la fabricación de los envases y de las etiquetas de los productos es una de las que menos daña el planeta. Esto significa que se están aplicando cambios positivos para el medioambiente. Aunque no podemos lanzar las campanas al vuelo, aún queda mucho por hacer.
De todos modos, para que nos hagamos una idea. La mayor parte de las etiquetas que llevan los productos se fabrican con papel y cartón reciclado. La reutilización de residuos en este campo es superior a la que se realiza en la producción de libros y periódicos impresos. Por lo que esto no afecta tanto al planeta, aunque los productos se distribuyan en formatos individuales.
Por otro lado, el reciclado de envases, como hemos visto antes con los amenities, reduce el impacto del hombre en la naturaleza. Una parte de los envases plásticos se reciclan. En la fabricación de envases se prima la producción mono-material. Es decir, con una sola materia prima. Más fácil de reciclar por parte del consumidor y más sencillo de transformar por parte de la industria.
Se están evitando materiales contaminantes como puede ser el papel de aluminio, y se intenta no fabricar envases laminados. Si nos damos cuenta, gran parte de los envases están formados por una sola lámina que se moldea adecuadamente y en donde, como mucho, encontramos dos elementos diferentes: el envase y el tapón. Ambos reciclables.
En nuestro país solo se recicla un 40% de los envases. Podemos decir, que este porcentaje aumenta en la hostelería y restauración. El uso de soluciones sostenibles es una necesidad para la economía y para el planeta.