Por desgracia a veces la vida nos enfrenta a obstáculos inesperados, y sin duda, una incapacidad laboral es uno de esos grandes obstáculos. Y es que, cuando nos vemos obligados a detener nuestra actividad laboral (ya sea de forma temporal o permanente) lo más normal es que nos surjan muchas preguntas y temores.
“¿Qué derechos tengo?” o “¿Qué puedo hacer si mi jefe no respeta mi baja?” son algunas de las preguntas más frecuentes a las que nos encontramos en dicha situación.
Gestionar una incapacidad laboral es sinónimo de enfrentarse a un sinfín de emociones que pueden afectar a nuestra salud mental; por si fuera poco, también nos hace lidiar con el proceso burocrático que se encarga de que podamos mantener nuestra seguridad y estabilidad mientras recuperamos la salud. En resumen: es una incertidumbre constante que no le hace bien a nadie.
¿Qué podemos hacer ante este problema? Pienso que lo mejor que podemos hacer es estar informados acerca de todo al respecto: conocer nuestros derechos, saber cómo se organiza la baja y todo lo demás puede ayudarnos a combatir la incertidumbre. En este artículo descubrirás todo lo necesario para estar preparado si te encuentras en esta situación en el futuro; igualmente, si no eres tú, puede pasarle a otro, así que no te lo pierdas ¡Podría ser valioso!
Entender las incapacidades: qué tipos existen y cómo nos afectan.
Antes que nada, es muy importante tener claro los tipos de incapacidad laboral que existen ya que cada uno conlleva procedimientos y derechos específicos. La incapacidad temporal, por ejemplo, es aquella que nos impide trabajar de forma puntual y suele estar causada por una enfermedad común, accidente o lesión. Normalmente, se gestiona a través de la Seguridad Social o la mutua correspondiente y, aunque es temporal, también requiere una gestión precisa. Para recibir esta prestación, necesitamos que un médico valide nuestra situación y emita un parte de baja.
Por otro lado, la incapacidad permanente representa un estado en el que el trabajador no puede retomar su actividad laboral, ni siquiera en el futuro. Dentro de esta, existen distintos grados: parcial, total, absoluta y gran invalidez, que reconocen los diferentes niveles de afectación y las posibilidades (o imposibilidades) de trabajar en alguna actividad.
La diferencia entre estos grados tiene un impacto en las prestaciones y ayudas que podremos recibir, además de en la posibilidad de realizar ciertas actividades; de modo que, aunque se trate de una incapacidad permanente, no siempre significa que debamos dejar de trabajar completamente.
¿Qué casos de incapacidad laboral existen?
Como hemos mencionado, cuando hablamos de incapacidad laboral, podemos encontrarnos con diferentes casos según la situación de cada trabajador. Por ejemplo, un caso común de incapacidad temporal es el de una persona que sufre un accidente laboral.
Podría ser un carpintero que, durante una jornada de trabajo, se corta una mano con una sierra. La herida es grave, necesita varios puntos y, además, el médico le recomienda reposo para evitar complicaciones. Este trabajador se ve obligado a pedir una baja, lo cual le impide trabajar durante unas semanas hasta que se recupere por completo. Durante este tiempo, recibirá una prestación económica que cubrirá parte de su sueldo, permitiéndole mantener su estabilidad mientras se recupera.
Por otro lado, existen situaciones de incapacidad permanente.
Tenemos el caso de una persona que, tras sufrir un accidente de tráfico, queda con secuelas graves que le impiden realizar su trabajo habitual, o un ingeniero que, debido a una lesión en la columna vertebral, no puede sentarse durante largos períodos ni cargar con peso, lo que le hace imposible desempeñar su trabajo de forma normal. En estos casos, tras una valoración médica y los informes necesarios, se podría declarar una incapacidad permanente total. Este tipo de incapacidad implica que la persona recibirá una pensión que sustituirá el salario que perdía por no poder trabajar.
¿Cómo debemos enfrentarnos a una incapacidad laboral?
El primer paso que debemos dar es conseguir un parte de baja emitido por el médico de cabecera o el especialista que nos esté tratando. Este parte es imprescindible y jamás debe ser falsificada, ya que podría traernos muchos problemas. A partir de ahí, se establece un seguimiento médico y cada cierto tiempo, en función de nuestra situación, se debe renovar.
También es importante que, durante este proceso, mantengamos una comunicación abierta con nuestro jefe. Entiendo que no siempre es fácil, y algunos no lo ponen precisamente fácil, pero hablando en términos legales, este proceso no “debería” darnos problemas: Nuestro jefe debe respetar la baja y no puede presionarnos para que volvamos al trabajo antes de estar preparados ¡Es ilegal! Sin embargo, y por desgracia, la realidad es que algunas empresas no respetan estos tiempos de recuperación. He escuchado casos de trabajadores a quienes sus jefes les exigen reincorporarse antes de tiempo o les amenazan con perder su puesto si no cumplen.
Para luchar con dicha ilegalidad, es importante contar con el respaldo de expertos tal y como defienden los profesionales de Abogados en Santander; ellos pueden orientarnos y defender nuestros derechos cuando enfrentamos estas situaciones de abuso.
Conozcamos nuestros derechos ante una baja.
Como hemos mencionado, cuando estamos de baja tenemos derecho a recibir una prestación económica que nos ayuda a mantener nuestra estabilidad mientras nos recuperamos. Esto se gestiona a través de la Seguridad Social o la mutua; es una ayuda que puede ser diferente teniendo en cuenta la base reguladora de cada uno y los días de baja que llevemos. Aunque pueda sonar complicado, es importante estar informados para asegurarnos de recibir la cantidad justa.
En el caso de una incapacidad permanente, el proceso es diferente. En lugar de una prestación temporal, se accede a una pensión que varía según el grado de incapacidad reconocido. Este proceso puede ser más complejo, ya que implica presentar informes médicos y, en algunos casos, pasar por evaluaciones adicionales. Sin embargo, este es un derecho que tenemos y que nos ayuda a mantenernos seguros en el tiempo.
Para proteger estos derechos, es fundamental conocer nuestras opciones y, si es necesario, contar con asesoría legal. No estamos solos en esto, y es posible defendernos ante cualquier intento de recorte o presión injusta.
Cómo afrontar los momentos difíciles.
Como ya imaginarás, la gestión de una incapacidad laboral también supone un gran impacto en nuestra vida personal. La ansiedad y el miedo al futuro suelen acompañarnos, y es normal sentir que estamos perdiendo el control sobre nuestra vida. Lo que puede ayudarnos en esos momentos es recordar que, aunque no podamos trabajar, no hemos perdido nuestra dignidad ni nuestros derechos: nos encontramos en una etapa de la vida que requiere paciencia, fuerza y cuidado personal.
También es importante apoyarnos en las personas que tenemos a nuestro alrededor. La familia, los amigos y los profesionales que nos ayudan a sobrellevar la incapacidad pueden darnos el apoyo necesario para superar la incertidumbre. Recuerda que gestionar una baja no significa “quedarse de brazos cruzados”; en realidad, significa hacer un esfuerzo para cuidarnos y prepararnos para una recuperación o para adaptar nuestra vida de la mejor forma posible.
¿Y qué podemos hacer si la empresa no respeta nuestra baja?
Recuerda que uno de los problemas más comunes al enfrentar una incapacidad es que algunos empresarios intenten que volvamos al trabajo antes de tiempo. Si sentimos que nuestra baja está siendo vulnerada, que recibimos presiones o incluso amenazas, podemos defendernos. Una de las mejores cosas que podemos hacer, es denunciar estas situaciones ante la Inspección de Trabajo. Afortunadamente, la ley nos protege frente a este tipo de abusos, y aunque pueda ser un proceso difícil, no estaremos indefensos.
Por otro lado, no olvides que, ante estos casos, contar con los servicios de un abogado laboralista puede ser fundamental.
No todo es tan malo.
Para acabar, quiero dejarte una reflexión final:
Si te encuentras en una baja, recuerda que supone un proceso en el que debes cuidarte y dejar de lado cualquier culpa o presión que puedas sentir por el hecho de no estar trabajando. Muchas veces, sentimos que deberíamos estar siendo productivos o que estamos “de sobra”, y ese sentimiento puede llegar a ser destructivo. Es normal que queramos mejorar y reincorporarnos cuanto antes, pero presionarnos en exceso no ayuda a nuestra recuperación.
En lugar de sentirte mal, intenta darle la vuelta a la tortilla: Piensa que este periodo puede servirte para revalorizar tus prioridades, mejorar tu salud o incluso aprender a enfrentar la vida con más paciencia. También puedes centrarte en pasar más tiempo con tu familia, intentar descubrir nuevas pasiones o hobbies, e incluso estudiar para dedicarte a otro trabajo que te permita desempeñar tu nueva situación. No es el fin de tu vida; es sólo una etapa más que debes superar para evolucionar.
Así que, si estás en medio de una baja laboral, recuerda que cuidar de ti no es un capricho, es una necesidad, y es parte de lo que necesitas para volver fuerte y en tu mejor versión.